Aún alborea el primer día del nuevo invierno en un Madrid gélido y generosamente rociado de blanco. El cielo, mansa y cadenciosamente, se desmadeja en níveos copos silenciosamente mecidos por un débil vientecillo, apenas perceptible. Se intuye un día de atascos, resbalones, bocinazos de desespero, poca calle y mucho recogimiento hogareño. Desde la ventana de mi chiringuito tan bucólico paisaje incita a la meditación contemplativa. Pero me he levantado con el propósito de no dejar pasar más fechas sin poner el punto final a la postrera edición del DIA DE LAS TORTAS y he de renunciar a dejarme acunar por la perezosa y placentera llamada de tan onírico paisaje. No obstante… ¡sucumbí!
Se marcharon aquellas nieves e incluso retornaron más virulentamente días después y mi compromiso quedó en una mera declaración de intenciones… Y ¡nada más!
Y es que apenas veinte días después de nuestro Tercer Encuentro moriría Llanos, tras una breve pero intensa enfermedad. Cuando nos marchamos a Málaga, contra todo pronóstico y diagnóstico, estaba ya con el pié en el estribo. Lo ignorábamos pero algo nos decía desde dentro que le había llegado su hora de partir y en su interior andaría recogiendo sus cosas y poniendo a punto el equipaje para el arcano y siempre inoportuno viaje del que nadie nunca regresó. ¡Ya descansó!
Pero –así es la vida- la fecha de nuestro cada vez más apetecible Día de las Tortas se nos echó encima, preocupados y ocupados por las más contradictorias sensaciones. Es verdad que, alertado una vez más por Merche y Mané, ya había convocado -en tiempo y forma- a las trece tribus e incluso tenía confirmada la asistencia de todos y cada uno, aunque pueda parecer imposible: OCHENTA Y UNO. Los de años atrás más Arturo, Paloma, Macarena, Stéfano, Carla, Paloma, Elsa, Nieves y -¡cómo no!- Leopoldo, Paula, África y Ana, inmejorables frutos de la última cosecha. ¡Bienvenidos!
Una vez más quiero dejar constancia del inestimable protagonismo de Mané. Sin él, como en anteriores ediciones pero mucho más en ésta, habría sido imposible el encuentro. Cuando llegué a Málaga, Mané ya había hecho acopio de toda la intendencia necesaria:
11´800 KILOS DE CINTA DE LOMO, 450 PULGUITAS, 8 KILOS DE CEBOLLA ,PAN Y PIQUITOS, COMIDA DE LOS NIÑOS: ARROZ Y GUISILLO DE POLLO, 10 KILOS DE GUISANTES, 4´5 KILOS DE GARBANZOS, 5.5 KILOS DE CALABAZA, 300 GRAMOS DE TOCINO FRESCO, HUESOS PARA EL CALDO, EL MUSLO DE UNA GALLINA, 1 POLLO, OTRO TANTO DE MANTECA COLORÁ, 3 KILOS DE PATATAS, APROXIMADAMENTE 600 GR DE CHORIZO MORENO PLAZA, 450 GRAMOS DE MORCILLA DE RONDA MORENO PLAZA, 1 KILO DE ZANAHORIAS, PUERRO, APIO… DEMÁS INGREDIENTES PARA EL CALDO, 1 QUESO, JAMÓN, 9 DOCENAS DE HUEVOS, 13 DE PATATAS, 6 DE CEBOLLA PARA 8 O 9 TORTILLAS , 3 EMPANADAS (DE CARNE Y ATÚN), 2 BIZCOCHOS, 4 TURRONES DEL BLANDO Y 4 TORTAS IMPERIALES, ROSQUITOS DE LA PANADERIA QUE HORNEÓ LAS TORTAS Y MANTECADOS ANTEQUERANOS.
Hay que echarle muchos bemoles para comprar todo esto -al mejor precio posible y husmeando todas las ofertas- tras el desagradecido proceso de recaudar los correspondientes fondos, tan dispersos. Por tus “tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas…” ¡Gracias, Mané! Muchas gracias.
De vísperas, a cuantos acudimos a San Joaquín con el solidario propósito de acondicionar el patio y dejarlo “perita”, Manolo nos obsequió con un soberbio cuscús, posiblemente lo mejor de su buen y variado hacer culinario. Echamos un día espléndido. Charlamos mucho, nos reímos una “hartá” y curramos muy poquito porque, como diría Chicha, aquel entorno es muy agradecido y con “un pacá y un pallá” se queda niquelado. Aunque algo aportarían los artículos de limpieza expresamente adquiridos para el evento:
2 LITROS DE LEJÍA; 3 LITROS DE AMONIACO PERFUMADO; 1,5 LITROS DE FREGASUELO;1 LITRO DE LAVAVAJILLAS;BAYETAS,ESTROPAJOS,12 ROLLOS DE PAPEL HIGIÉNICO
Pero tuvimos que superar una extraña avería que nos dejó sin electricidad y nos inundó la cocina. A punto estuvimos de desistir y todo se solucionó cuando, tras localizar un electricista de urgencia, alguien casualmente dio con la avería. Álvaro o Nacho serían pues habían sido ellos los que hasta ese momento se las habían venido viendo con “el chapú” sobrevenido. A los dos, ¡gracias!
Como ya he reseñado más arriba, gracias a nuestro sin par intendente, la despensa estaba repleta pero muchos de los ingredientes habían sido repartidos por las distintas tribus para que cada una de ellas cocinara su más característica receta. De ahí que, mediada la mañana del día de las tortas, nuestro lugar de encuentro se viera asaltado por una familiar romería, puntuales portadores de sabrosas y variadas tortillas, de carnes y salsas de especies y sabores varios, empanadas, platos de queso, de jamón, de riquísimas aceitunas de la tierra… y de apetitosos y entrañables olores a día de fiesta. Fernando y su Transit nos habían transportado el mobiliario imprescindible para posibilitar la cómoda ejecución de las distintas faenas programadas y el material adquirido para montar una buena mesa:
DESECHABLES: MANTEL; 320 SERVILLETAS;100 CUCHARAS,100 VASOS PARA EL CALDO;60 VASOS TUBO;100 VASOS NORMALES,SACOS DE BASURA;50 VASITOS PARA EL CAFÉ;2 ROLLOS DE PAPEL VEGETAL
Al cabeza de la tribu Suárez, ¡gracias!.Tras el blanco muro que separa el patio de cocinas y el del jolgorio, una enorme perola de chícharos y garbanzos, amorosamente abrazados en armonioso balanceo, lenta y pausadamente iban aromatizando el entorno desde muy tempranito gracias a quien -con un mimo impropio de un “elefante”- ha sido nuestro artesano de honor en la edición de hogaño. Gracias, Miguel, por tu trabajo y por el cariño que has echado sobre tu obra de arte. Te quedó, francamente bueno.
Y como había comida abundante y apetitosa, enseguida nos dispusimos a compartir el pan y el vino fraternalmente, en nuestra peculiar eucaristía del adviento familiar. Pero, como en cuanto a gustos nada hay escrito y ca uno es ca uno, este cronista quiere dejar constancia –con toda la subjetividad de que es capaz- de que todo estaba a pedir de boca, muy abundante y compartido con unos comensales que me han hecho sentirme muy “agustito”, reírme mucho y constatar que nuestro árbol crece vigorosamente y que sus nuevos y entrañables frutos están mejorando la especie.
¡Manos al lebrillo!
Caía la tarde y se entonaban los ánimos. Bien comidos y mejor hidratados, mayores y menores nos íbamos agrupando a la espera de ser convocados –nunca se sabe por quién- para poner nuestras manos sobre la masa. Sin horario preestablecido, en un momento concreto –al estilo de los ciudadanos almonteños en su asalto a la verja- los preparativos de la tradicional ceremonia se iniciaron espontáneamente. El magnífico lebrillo de pasadas ediciones se había roto y contábamos con dos más pequeños como posibles sustitutos. Aunque uno de ellos evidenciaba una fragilidad alarmante y hubo que descartarlo. Carlos –fiel a su fama de oportuno chapucero- improvisó la mesa más firme que jamás tuvimos: Dos viejos neumáticos de un fenecido tractor, arrumbados en el patio trasero. Escoltado por toda la chiquillería, los situó uno sobre otro en el centro del porche y sobre ellos encajó el lebrillo. Tras el fregado de rigor –las mujeres de esta familia son casi tan limpias como decentes- la chiquillería fue ganando posiciones en torno al escamondado recipiente a la espera de la inminente ruptura de los paquetes de harina.
Y, en efecto, los primeros golpes de harina se esparcieron generosamente por las cabecillas de Paloma, las dos María, Javier, Ignacio, los dos Álvaro, Carlota, Rocío, Lucía, Manu, Manuela, Clara, Candela, Lola… y, por supuesto el tío abuelo Javier, Chato para los más osados. Pero -¿alguien lo duda?- el más enharinado era este último, un auténtico copito de nieve. Hacernos como niños es un mandato divino –conditio sine qua nom- para ganarnos un hueco en la trastienda de nuestro terrenal negocio, pero como dirían en mi pueblo “una ayuilla hasta por culo es buena”. Y muy posiblemente el arsenal espiritoso –amorosa y cuidadosamente enfriado la víspera bajo la dirección del entusiasta y generoso Zambullo- algo tendría que ver con la artificial nevada sobrevenida:
96 BOTELLINES DE CERVEZA(4 CAJAS);15 BOTELLAS DE VINO;28 LITROS DE COCA-COLA NORMA (14 BOTELLAS DE 2 LITROS)8 LITROS COCA-COLA LIGHT(4 BOTELLAS 2 LITROS)16 LITROS FANTA DE LIMÓN(8 BOTELLAS DE 2 LITROS;12 LITROS DE FANTA DE NARANJA(6 BOTELLAS DE 2 LITROS) 48 LITROS DE AGUA(6 GARRAFAS DE 8 LITROS); 6 LITROS DE TÓNICA; 12 LITROS DE LECHE (6 ENTERA Y 6 SEMIDESNATADA)
Durante unos minutos el lebrillo dejó de ser punto de encuentro y se produjo una improvisada algarabía de carreras, harina en mano, desde aquel a los pelos de cualquiera de los presentes y de jubilosas exclamaciones según quienes fueran las presas cobradas. De vueltas al tajo constatamos que las dimensiones del mayor de los recipientes eran insuficientes para las cantidades proyectadas y sobre la marcha decidimos no usar el otro, temerosos de que también feneciera. Tras unos breves intercambios de improvisados e imprecisos cálculos entre varios de los presentes se optó por reducir la producción y ajustarnos a las dimensiones del recipiente. Más o menos el resultado fue el siguiente:
40 KILOS DE HARINA (GALLO) (DESPUÉS SE UTILIZARON UNOS 22 O 24 NO LO RECUERDO MUY BIEN)
12 KILOS DE AZUCAR QUE SE USARON TODOS
12 LITROS DE VINO 6 MOSCATEL AÑEJO Y 6 DEL SECO (SE USARON UNOS 3 DE CADA)
15 LITROS DE ACEITE (NO SE CUÁNTO SE USÓ)
MATALAHUGA, AJONJOLÍ Y CANELA
Como en anteriores ediciones, la chiquillería se hizo con el lebrillo en el momento de mezclar los ingredientes e iniciar el proceso de amasar. Después nos sumaríamos todos a la operación, deseosos de acabar pronto porque intuíamos que este año nos aguardaba una emotiva sorpresa. La FORD-SUAREZ, además, había descargado en un rincón el siguiente alijo:
EQUIPO DE MÚSICA DE TÍO MANOLO, TELEVISIÓN DE MANOLILLO PARA QUE LOS NIÑOS CANTASEN EN EL KARAOKE Y PROYECTOR DE JOSÉ
Y en efecto, tras la artesana elaboración de nuestras duras tortas y su envío a la gehena, -magnifico el horno que este año se agenció nuestro Chuti- fuimos convocados al acogedor salón de tantas y tantas ocasiones entrañablemente memorables. Una misma productora – García-Pelayo e hijos- nos obsequiaba con una doble sesión fílmica: España Siglo XX, “retrospectiva familiar” y Homenaje a la abuela
Paloma, “protagonistas para el nuevo siglo”. Fue bastante laborioso –nihil novum sub sole- el conseguir que todos nos sentáramos y mucho más el cerrar tantas bocas tan proclives al parloteo. José –El Enano o Pepito según otros- había preparado un aparatoso montaje de ordenador, proyector, pantalla… Pero, como era de esperar, en el preciso momento de iniciar el proceso todo fallaría. Y es que una mano negra bien manipulada o una buena y abundante dosis etílica pueden con el más cualificado técnico, aunque ninguno de los presentes dudáramos de su “nivelazo” profesional. De ahí que, tras asumir el abucheo de rigor, se iniciara la proyección con toda solvencia. Y, más allá de lo que esperábamos, la proyección nos agradó sobremanera. Si en una fuimos sorprendidos los mayores por la ofrenda lírica y musical de la chiquillería a su abuela, en la otra los sorprendidos serían los más pequeños. Frente a la exquisita e ingenua sensibilidad y belleza de unos nietos homenajeando a su abuela… La entrañable retrospectiva familiar en unas singulares imágenes, irreconocibles casi siempre por los más pequeños. Gracias ¡Pelayo!. Tantos años “sembrando” sirven, además, para obsequiarnos hoy con un postre de lujo en “nuestro día de las tortas”. Alguna que otra lagrimilla sí que afloró desde nuestra sentimental añoranza.
Finalmente hubo Karaoke, baile, unas copitas y dentro y fuera del salón gente charlando relajadamente, a la espera ya de aquel cartelón con que tiempo ha nos echaban a la cama: “El alma se serena, despedida y cierre”.
Al día siguiente rematamos la faena dando buena cuenta de lo que aún quedaba en la despensa: Pulguitas de lomo, más tortillas, embutidos variados, buen caldo, vino… y tarta para agasajar, como ya es costumbre, a nuestra rubia cumpleañera, la irrepetible (por el bien de muchos) Lucía. Echamos un día más, bastante completo y muy gratificante. Nos aprovisionamos, copiosamente, de naranjas –gratis total- y, tras ordenar y recoger como corresponde a gente educada y agradecida, nos fuimos despidiendo para, un año más, retornar “del corazón a nuestros asuntos”.
Pero, realmente, ¿eran tan duras?
Me refiero, claro está, a las tortas de Bellavista 22. Hagamos un esfuerzo memorístico y desapasionado. Es una pena que, estando tan buenas, no las podamos ablandar. Para intentarlo lanzo una propuesta a todos: Piensa, consulta, experimenta y si encuentras la solución, en la IV Jornada de Tortas nos comprometemos a rectificar la receta y apropiarnos de la tuya. No obstante, para que nadie se engañe, las de antaño eran bastante duras.
Madrid, Febrero 2010